sábado, diciembre 8

en espera

De hecho uno nunca sabe lo que se puede encontrar mientras va caminando por la calle, o subiendo a un micro, o comprando en el supermercado, o tomando una taza de café, en algún lugar de esta ciudad. Y esta última situación fue la más fortuita, esta vez.

Mientras tomaba la taza de café sentí que había una mirada estacionada sobre mí. Me di la vuelta y no me equivoqué. Provenía de unos ojos marrones, de un rostro simpático, moreno y provocativo; de un cuerpo razonablemente bello, varonil y armonioso. Me sonrió, le respondí; y de manera natural estaba sentado en mi mesa. No me sorprendí.

Conversamos de muchas cosas. Fue un juego de seducción discreta, varonil pero intensa. En algún momento, se pusieron las cartas sobre la mesa, y decidimos proceder, puesto que ambos estábamos con el mismo deseo conocido (mezcla de curiosidad y necesidad imperativa).

Botón a botón, prenda a prenda, cada resguardo de cuerpo quedó al desnudo. Y las bocas se juntaron lentas, sin desesperación (juego húmedo cada vez más intenso), y los dedos recorrieron cada extensión de piel (sinuoso, atrevido, fuerte y suave a la vez) y nos dejamos llevar en el vaivén delicioso. Exquisito ritmo de entradas y salidas, suspiros y jadeos, ímpetu y pasividad.

Las horas pasaron sin darnos cuenta. No recuerdo las veces que fuimos juntos en busca de placer. Pero sí la terrible pregunta: ¿lo volveré a ver? [inevitable, después de tanta química y goce desplegado]. Todo tiene un principio y un final. Así es.

Han pasado tres días. Aun miro el celular. Aun espero… con la taza de café.

2 comentarios:

Lilyth dijo...

Ya te estaba extrañando... ;)... como siempre agradable leerte, buena semana

- JJ dijo...

Wow qué sabrosa descripción, pulcra y provocativa para delinear un cuerpo comestible sin duda.
Siempre a la espera. Sonará?
Esperemos.
Me gusta leerte.
Un abrazote.



PD. yo ando desinflada jejejeje